"[...] Danglard jamás había podido entender la lógica singular que guiaba las preferencias de Adamsberg. Para él, además, no se trataba en ningún caso de lógica, sino de una anarquía perpetua tejida de imaginaciones y de instintos, que conducía, por vías inexplicables, a éxitos incontestables. Sin embargo seguir a Adamsberg por los recovecos de sus pensamientos excedía la resistencia de sus nervios. Pues sus pensamientos no sólo eran de naturaleza incierta, a mitad de camino entre el estado gaseoso, líquido y sólido, sino que se amontonaban incesantemente junto a otros pensamientos, sin que hubiese ninguna vinculación razonable entre ellos. Y mientras que Danglard, con su agudo espíritu, separaba, clasificaba, sistematizaba y extraía soluciones metódicas, Adamsberg mezclaba los niveles de análisis, invertía las etapas, dispersaba las coherencias, jugaba con el viento. Y al final, con su extraordinaria lentitud, arrancaba una verdad del caos. Así pues, Danglard suponía que el comisario poseía -como se dice de los degraciados o de las mentes privilegiadas- una "lógica propia". Él, desde hacía años, se esforzaba en adaptarse, desgarrado entre la admiración y la exasperación. [...]".
Así piensa Danglard, ayudante del Comisario Adamsberg en El hombre del Revés.
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Interesante lo que voy leyendo hasta ahora, casi la mitad del libro, y en total el personaje Adamsberg sólo ha aparecido en unas ocho páginas, todavía no ha entrado en acción. No es la primera novela de Fred Vargas en la que aparece Adamsberg, por eso quizá no tiene reparos en introducirlo muy tarde en la acción, el lector posiblemente ya conozca alguna de sus andanzas y de su estilo.
Curiosos personajes, muy recomendable el de Solimán Melchor Samba Diawara, el hombre diccionario.
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