Después de acabar con Michael Innes, me decidí a empezar uno de los regalos que recibí estas navidades: "La muerte en una noche de verano" ("En liten gyllen ring" -en noruego-) de Kjell Ola Dahl, escritor de origen noruego, que hace protagonizar sus historias al Comisario Gunnarstranda y a su ayudante el inspector Frank Frolich.
Siempre he sido un forofo y gran admirador de los detectives mediterráneos como nuestro amigo Montalbano o el Teniente Jairitos (tengo cierta deuda con Vázquez Montalbán, ya que no he leído ninguno de Pepe Carvallo), me han resultado simpáticos, por su bonhomía, por su disfrute de la vida. Después de la lectura de Heinning Mankell y de Ian Rankin, tuve la percepción que los escritores nórdicos eran más introspectivos, más amargados e incluso depresivos; como que se pegaba de alguna forma ese carácter nórdico más individualista y frío.
Sin embargo, con K.O. Dahl no tengo esa percepción; Gunnarstranda no aparece descrito en ninguna parte (hasta ahora), no aparecen monólogos interiores, se refleja su personalidad en la relación con su compañero Frolich y, sobretodo, en los diálogos de los interrogatorios, es ahí donde hace críticas y censuras de la conducta de los demás, es donde más juicios de valor me parece encontrar. En cierta forma , me recuerda mucho al Superintendente Michael Ohayon, donde el interrogatorio es parte principal para el desarrollo de la historia y el conocimiento de los personajes. La historia se vehicula no a través de las acciones, sino a través de lo que cuentan los actores; éstos no hacen, principalmente hablan.
Estoy satisfecho con la lectura de este libro.
Siempre he sido un forofo y gran admirador de los detectives mediterráneos como nuestro amigo Montalbano o el Teniente Jairitos (tengo cierta deuda con Vázquez Montalbán, ya que no he leído ninguno de Pepe Carvallo), me han resultado simpáticos, por su bonhomía, por su disfrute de la vida. Después de la lectura de Heinning Mankell y de Ian Rankin, tuve la percepción que los escritores nórdicos eran más introspectivos, más amargados e incluso depresivos; como que se pegaba de alguna forma ese carácter nórdico más individualista y frío.
Sin embargo, con K.O. Dahl no tengo esa percepción; Gunnarstranda no aparece descrito en ninguna parte (hasta ahora), no aparecen monólogos interiores, se refleja su personalidad en la relación con su compañero Frolich y, sobretodo, en los diálogos de los interrogatorios, es ahí donde hace críticas y censuras de la conducta de los demás, es donde más juicios de valor me parece encontrar. En cierta forma , me recuerda mucho al Superintendente Michael Ohayon, donde el interrogatorio es parte principal para el desarrollo de la historia y el conocimiento de los personajes. La historia se vehicula no a través de las acciones, sino a través de lo que cuentan los actores; éstos no hacen, principalmente hablan.
Estoy satisfecho con la lectura de este libro.
1 comentario:
A mi también me gustó, por cierto más que los últimos de Mankell, que empieza a parecerme un petardo.
Carlota
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